lunes, 30 de noviembre de 2009

La próxima semana retirarán las lápidas romanas de la muralla de León

El Ayuntamiento contrata, por 170.000 euros, su extracción y rehabilitación

Diario de León 27/11/2009 e. gancedo | león

Las 16 lápidas «embutidas» en la muralla romana de León que salieron a la luz el pasado mes de enero serán por fin extraídas, limpiadas y restauradas. El Ayuntamiento acaba de adjudicar, por casi 170.000 euros, las labores de retirada y conservación de estos elementos, unos trabajos que llevará a cabo la empresa Decolesa.

El proyecto, en concreto, lleva por nombre «extracción, conservación y restauración del material lapidario hallado durante las obras de emergencia en dos cubos de las murallas de León colindantes con el convento de las Clarisas, y obras complementarias sobre la propia muralla». El arquitecto responsable del plan director de la muralla leonesa, Melquíades Ranilla, ha asegurado a este periódico que los trabajos de retirada comenzarán la próxima semana o, a más tardar, la siguiente, y que se prolongarán por espacio de entre dos y cuatro meses. Previsiblamente, una vez extraídas y restauradas, estas curiosas lápidas funerarias pasen a formar parte de la colección del Museo de León, donde podrán ser contempladas por los ciudadanos.

¿Necrópolis? Fue una restauración de urgencia que llevó a cabo en dos cubos de la muralla romana lo que permitió descubrir dieciséis lápidas funerarias romanas reutilizadas como material de construcción en la propia fortificación. La aparición de estas estelas funerarias hizo sospechar entonces a los investigadores que existía una necrópolis cercana que serviría de «cantera» para abastecer de piedra a los constructores de la muralla tardorromana.

La idea es que en los lugares donde se han hallado se coloquen réplicas exactas de las mismas, también con las inscripciones, para dejar constancia de los espacios en los que se encontraron las dieciséis originales.

Por ejemplo, una de las lápidas, de 130 centímetros de largo por 60 de ancho y 22 de grosor, tiene la dedicatoria de un hijo a su padre fallecido, y aparece firmada por un artesano de nombre «Atta».

Las estelas, con epitafios esculpidos, se encuentran en el paño exterior de la muralla, en el llamado cubo de las Clarisas, pero no eran visibles por la espesa capa de mugre que las recubría y por hallarse a unos cuatro metros de altura desde el nivel del suelo. Se trata de grandes bloques de piedra de materiales tan diversos como mármoles de distintas tonalidades, granito y caliza.

Piedra «reciclada». En el momento de su aparición, el arqueólogo Ángel Morillo, uno de los mayores expertos en el León romano, recordaba que cuando se derribaron los cubos de la calle Carreras -”a escasos metros del hallazgo-”, para permitir la circulación rodada en este enclave histórico de la ciudad, apareció la mayor colección epigráfica que hoy atesora el Museo de León. Ángel Morillo también considera probable que en una zona cercana hubiera una necrópolis. «No conocemos las necrópolis de los siglos I al III, lo cual hace pensar que todas ellas fueron desmanteladas para utilizar las losas funerarias en la construcción de la muralla».

También entonces Melquíades Ranilla no descartaba que en la limpieza de otros cubos de la muralla pudieran aparecer nuevas lápidas o materiales históricos relevantes.