Este acontecimiento ha tenido gran relevancia histórica por las consecuencias que de ella se han derivado, a varios niveles. No solo en la historia del Imperio, sino también de Hispania y la intrahistoria de esta unidad legionaria.
PRECEDENTES
El levantamiento de Galba contra el emperador Nerón inauguró una importante crisis entre los años 68 y 70 d.C., en los que se sucedieron pronunciamientos y guerras civiles en un breve lapso de tiempo, que se ha dado en llamar “el año de los cuatro emperadores”.
El capítulo final acaeció en el año 69, cuando Vespasiano, general enviado a sofocar la revuelta de los judíos, fue proclamado emperador por sus tropas, el cuarto en apenas un año. Su apoyo principal fue su propio ejército de Oriente, al que pronto se le sumaron las legiones de otras provincias, entre ellas el ejército de la frontera del Danubio, entre el que se encontraba la legio VII.
Inevitablemente estalló una guerra civil entre los partidarios del emperador Vitelio, y los fieles a Vespasiano.
LA BATALLA
Las tropas del Danuvio se desplazaron hasta Italia al mando de Antonius Primus, comandante de la legio VII que asumió el mando del ejército. Cruzaron los Alpes y llegaron al norte de Italia con el fin de desalojar el trono imperial.
Vitelio, el emperador reinante, agrupó su propio ejército, con el que ya había obtenido meses atrás el gobierno de Roma y se dirigió al norte para hacer frente a esta amenaza.
Ambos ejércitos se encontraron en el Bedriacum, próximo a la ciudad de Cremona, donde ya se había desatado la batalla que había aupado a Vitelio al trono imperial, con lo que los presagios parecían favorables al gobernante romano.
La mañana del 24 de octubre se encontraron las vanguardias de ambos ejércitos, desatándose a continuación el choque entre las legiones de ambos contendientes. El historiador romano Tácito nos ofrece muchos datos de interés sobre su desarrollo, que debió durar todo el día y su noche, sin que el resultado se decantase claramente a favor de uno u otro contendiente.
El enfrentamiento debió ser muy cruento y es posible que la legio VII llevara la peor parte. Tacito refiere que cayeron varios de sus centuriones y durante un tiempo hubo perdido su águila, que solo se recuperó gracias a la intervención de su primus pilus que sacrificó su propia vida para recuperarla.
Al amanecer las tropas orientales de Vespasiano, según su costumbre, aclamaron el sol naciente, hecho que fue trascendental, puesto que las tropas vitelianas, sorprendidas por el griterío, pensaron que se debía a la llegada de tropas de refresco, con lo que dieron por perdida la batalla. De este modo, se retiraron hacia la ciudad de Cremona, donde se atrincheraron tras sus murallas.
La batalla en campo abierto ahora se convirtió en el asedio de la ciudad. En éste de nuevo destacó la legio VII, junto a la III Galica, que fue la primera en poner el pie en la muralla, llevándose el honor del asalto. Aún así el ataque se llevó a cabo a costa de grandes pérdidas.
Como resultado la ciudad de Cremona fue saqueada durante cuatro días e incendiada como represalia.
CONSECUENCIAS
La victoria en Cremona fue decisiva. Vitelio se suicidó y Vespasiano ocupó el trono de Roma. Pero su trascendencia supera el mero cambio del poder en Roma.
El reinado de Vespasiano fue lo suficientemente largo, como para aportar la estabilidad necesaria al Imperio y crear su propia dinastía que reinó hasta el año 96 dC.
A Vespasiano se le debe la construcción de varias obras públicas en Roma y su embellecimiento. El edificio más destacado es sin duda el Coliseo, llamado en su tiempo el Anfiteatro Flavio.
Respecto al ejército se hubo de acometer una profunda reorganización con el fin de recuperar la disciplina y evitar nuevos pronunciamientos. El despliegue de las legiones se modificó, cambiando de lugar muchas de ellas a lo largo de las fronteras.
Los movimientos de tropas afectaron a Hispania que finalmente vio como la legio VII gemina felix se asentaba definitivamente en lo que más tarde sería la ciudad de León.
Y, a menor nivel, las bajas sufridas por la legio VII en la batalla de Cremona hizo que se debiera fusionar con otra legión, de la que no ha quedado su nombre, si bien se especula con la legio I Germanica, es cierto que en este momento desaparecieron varias unidades.
A partir de entonces sería conocida como legio VII gemina.
También bajo el emperador Vespasiano nuestra unidad adquirió un segundo epíteto: Felix (afortunada), aunque no se ha esclarecido si debido a su fidelidad a la causa flavia o bien a alguna otra acción feliz en los campos de batalla de Centroeuropa.
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