Lápidas en la muralla de León

Normalmente las noticias en prensa suelen ser declaraciones apresuradas y hechas con premurapor lo que reflejan una escasa fiabilidad sobre los resultados. Y este caso de la muralla de León parece llevar esta dirección, con titulares que responden más al interés periodístico por obtener una buena noticia y que la realidad no la estropee.

La aparición de una colección tan importante de epígrafes puede aportar noticias interesantes sobre la vida y la muerte en el campamento de la legio VII, porque no olvidemos que se trata de lápidas funerarias que se colocaban en las tumbas, tal y como declaran sus descubridores. Aunque por el momento estos resultados tardarán en aparecer publicados, sobre todo si pesa una "clausula de confidencialidad" sobre los hallazgos.

Más apresurado resulta decir que "la construcción de la muralla es anterior a lo que se pensaba" mientras no aparezca otro tipo de inscripciones, al menos que no sean funerarias. La muralla de León ha proporcionado aproximadamente el 70% de las inscripciones de la ciudad, estudiadas desde tiempos tan remotos como el siglo XIX e ininterrumpidamente hasta la fecha, a través de relecturas, estudios e incluso formando parte de varias tesis doctorales recientes. De ello ya nos hemos hecho eco en otras entradas aquí.

Y apesar de todo el estudio de las inscripciones de la muralla siempre se ha desdeñado como indicador cronológico fiable para fechar la muralla de León. El motivo es sencillo: las lápidas van a parar a la muralla como simple material de construcción siglos después de su realización y e incluso después que hayan perdido su uso. Es decir, cuando los templos donde estaban ya no se utilizaban, los edificios públicos que las albergaban ya no estaban en pie y las tumbas que señalaban posiblemente se habían olvidado. Pensar lo contrario es absurdo y supone que alguien pagó una inscripción, a veces decorada, a veces hecha de mármol, para no ser vista.