Sobre Galba sabemos que disponía de un contingente similar al norteafricano, que podría cifrarse en torno a 9.000–8.000 hombres. Se trataba de la legio VI victrix, acantonada en León, dos alas de caballería y tres cohortes de infantería ligera.
El nombre de estas últimas se conocen por la epigrafía y A. García y Bellido las enumera. Son la cohors II Gallica, cohors III Gallorum y cohors IIII Thracum. En cuanto las alas de caballería hay más dudas, siendo sólo segura el ala II Thracum, asentada en la actual Herrera de Pisuerga.
La situación de Galba obligó a reclutar nuevas tropas, que no sólo fue la legio VII, sino también nuevas unidades auxiliares, que tenían como cometido reforzar y acompañar a cada legión.
De estas últimas se sabe muy poco y para ello seguimos a García y Bellido. Se reclutaron algunas cohortes de vascones (cohors Vasconum) que destacaron entre el 69 y 70 d.C., en la revuelta de Civilis, en Germania. Y se registra un ala de caballería llamada “Sulpicia civium romanorum”, cuyo nombre evidencia su origen con Sulpicio Galba. Este ala estuvo operando en la Germania Inferior en torno al año 78 d.C., hasta al menos finales del siglo II d.C.
Debió ser extraordinariamente complejo formar este pequeño ejército en un reducido lapso de tiempo, que se puede calcular en unos dos meses, entre abril, momento del pronunciamiento, y comienzos de junio.
Escudo de entrenamiento en mimbre
Para ello se debieron reunir los efectivos de una legión 5.500 hombres, más las tropas auxiliares, seleccionar los diferentes mandos y dotarles con todo el equipamiento militar imprescindible.
El historiador Suetonio refiere que se recurrió a la plebe de la provincia, dado que no la situación no permitía ser demasiado selectivo.
La mayoría de las tropas de la legio VII debían proceder de la provincia Tarraconense y es muy posible que el resto de las provincias hispanas aliadas de Galba proporcionasen contingentes. Así, algunos estudios epigráficos señalan que la legión contó con una gran cantidad de lusitanos en filas en este primer momento. En cuanto a los originarios de la Tarraconense estos mismos estudios señalan a soldados oriundos de la Meseta norte, del entorno de Clunia.
En cuanto a los mandos, fundamentalmente centuriones, deberían haber procedido de la única legión en activo, la legio VI victrix, y de las otras unidades auxiliares bien por traslado o por promoción, lo que debió suponer una magnífica oportunidad para conseguir un ascenso.
El último problema práctico sería conseguir armamento, equipo e impedimenta para tantas tropas, lo que solo puede ser explicado gracias a los importantes recursos económicos de Galba procedentes del oro hispano.
Finalmente, se pudo reunir un contingente de tropas suficiente como para apoyar el pronunciamiento y afortunadamente no hubo necesidad de ponerlas a prueba en un enfrentamiento con unidades ya formadas.
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